“Pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra”. 2 Crónicas 7:14
A la mayoría de nosotros nos motivan a ayunar por razones personales y estamos seguros de que estás encontrando esos beneficios personales individuales. Pero las promesas del ayuno también pueden impactar a nuestras comunidades y a nuestra nación.
En la Biblia hay dos casos en los que el ayuno cambió literalmente una nación y cambió la historia.
El primero de ellos fue cuando la ciudad de Nínive estaba en problemas. Estaba llena de maldad y se dirigía a la destrucción. Jonás llevó a Nínive el mensaje de Dios sobre la destrucción inminente y el pueblo tomó a Dios en serio. Su única esperanza era clamar a Dios mediante la oración y el ayuno... y eso fue lo que hicieron. Se arrepintieron y ayunaron ante Dios como nación. Dios escuchó y cedió. Su arrepentimiento a través del ayuno y la oración cambió su juicio sobre su pecado.
Dios cambió de opinión debido a la oración y el ayuno de Nínive. Su ayuno colectivo liberó la misericordia de Dios y preservó su nación. El curso de la historia cambió gracias a la oración y el ayuno de los ciudadanos de Nínive. Sin el arrepentimiento y el ayuno, Nínive no se habría salvado. La ciudad no fue juzgada durante otros 200 años después de ese momento.
El segundo acontecimiento fue cuando, los judíos estuvieron a punto de ser aniquilados por el malvado complot de Amán, uno de los consejeros del rey. Amán se enfureció porque un judío llamado Mardoqueo no quiso arrodillarse ni rendirle honores. Mardoqueo acudió a la reina Ester, su sobrina, en busca de ayuda. La petición de Mardoqueo significaba que ella tendría que arriesgar su vida porque era peligroso acercarse al rey si no había sido convocada.
Así que Ester convocó un ayuno de tres días, -sólo 72 horas- de ayuno cambiaron la historia por completo. Cuando Ester se acercó al rey, recibió el favor, y obtuvo el favor no sólo para ella, sino para su pueblo. En lugar de la destrucción y la muerte, recibieron honor y promoción, gracias a tres días de ayuno y oración.
Nosotros podemos ayudar a cambiar la historia de nuestra propia nación mediante el ayuno y la oración. La responsabilidad es nuestra, no de otro cristiano, ni de otra iglesia, ni de otra generación. Es nuestra.
Algunos de nosotros sentimos muchas cosas cuando pensamos en nuestra nación en este momento. Puede que sintamos compasión. Puede que sintamos frustración. Puede que estés viendo y sintiendo la inmensa necesidad. Convierte tu compasión y todo lo que sientes en oración. Ora proféticamente en medio de la situación.
Cuando veas o escuches cosas en las noticias que te molesten, ora.
Cuando veas necesidades que te agobian, ora.
Este es un momento para interceder.
Intercesión = oración a favor de otro. Es estar en la brecha.
Tenemos el increíble privilegio de poder interceder en nombre de nuestra nación, de estar en la brecha por nuestra nación.
No puedes llevar la carga, ni lidiar con todo lo que sientes, tú solo. Pero puedes orar.
Tienes la vida de Cristo en ti y el poder de Dios liberado a través de tus oraciones - por lo tanto, ¡puedes provocar un cambio!
Oremos hoy por los líderes de nuestra nación. Oremos por la difusión del Evangelio y por el surgimiento de nuevas iniciativas que difundan el Evangelio. Oremos para que nuestras iglesias crezcan debido al rápido aumento de las salvaciones. Oremos por las necesidades que vemos en nuestra tierra. Oremos por la paz y la prosperidad de nuestro pueblo. Pongámonos en la brecha.
Hay muchas cosas que puedes desear que cambien en nuestra nación, pero que la mayor de todas tus oraciones sea que la gente de todo México encuentre esperanza y libertad en Cristo.
Orar con conciencia Bíblica, no sólo es por que nosotros lo podamos creer, es reconocer la soberanía de Dios quien cumple su palabra.