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¡No es Opcional!

 

"Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo”. Efesios 4:31-32

 

No podemos negar el dolor que causa una ofensa, y más cuando viene de quien menos lo esperamos. En el libro de Efesios, Pablo nos anima a seguir el ejemplo de Jesús, quien, a través del perdón, restauró nuestras vidas y nos liberó del pecado.

 

El perdón no es simplemente una opción, sino un mandato directo de Dios. No es simplemente una elección personal que podamos hacer con nuestras propias fuerzas, sino el reflejo del amor abundante de Dios obrando en nosotros y transformándonos.

 

Cuando nos aferramos a la amargura, la furia, el enojo…  les damos el poder para mantenernos oprimidos. Con el tiempo, la falta de perdón se convierte en una carga pesada; no obstante, el Señor nos invita a echar nuestras cargas sobre Él y dejar todo en sus manos (Salmo 55:22). 

 

Muchos aún creen que perdonar nos hace ver débiles; sin embargo, no pueden estar más equivocados, pues perdonar demuestra fortaleza en Cristo. ¡Este asunto no es sencillo para nadie! Pero cuando Cristo es nuestra fortaleza, perdonar se vuelve parte de nuestro ADN y es muestra de nuestra confianza en Él y su justicia (Romanos 12:19); es muestra de que estamos imitando y siguiendo los pasos de Jesús (1 Pedro 2:21).

 

Dios nos llama a perdonar como Él nos ha perdonado, y nuestra respuesta debe ser la obediencia. Al perdonar, abrimos la puerta a la sanidad, a la restauración y a un entendimiento más profundo del amor de nuestro Padre a pesar de nuestras fallas.

 

Por último: Por favor, no veas perdonar como un favor para la persona que te ofendió, porque en palabras de Lewis B. Smedes: "Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú".

 

 

Preguntas para Reflexionar:

  1. ¿Estoy dispuesto/a a perdonar, reconociendo que Dios me ha perdonado primero?

  2. ¿Cómo puedo mostrar la gracia de Dios a través del perdón en mis relaciones?

  3. ¿Qué heridas necesito dejar en las manos de Jesús para encontrar sanidad?

  4. ¿Cómo puedo reflejar el perdón en mi vida diaria, incluso en las pequeñas ofensas?

  5. ¿Estoy dispuesto/a a orar por aquellos a quienes necesito perdonar y por la fuerza para hacerlo?

 

¿Qué puedo hacer hoy?

  • Habla con Dios: Pídele a Dios que te dé el corazón para perdonar. Hablar con Dios puede cambiar tu perspectiva.

  • Entiende el perdón Dios: Reflexiona sobre el amor y la gracia de Dios en tu propia vida. Comprender cuánto has sido perdonado te capacitará para perdonar a otros.

  • Habla con la persona: Si es posible, aborda la situación con amor y humildad. La comunicación puede despejar malentendidos y abrir la oportunidad para la reconciliación.

  • Deja el pasado en el pasado: No permitas que las ofensas pasadas te definan. En Cristo, eres una nueva creación. El perdón te libera para vivir en esa nueva identidad.

  • Practica y practica: Practica el perdón diariamente. No es algo de una sola ocasión, sino un estilo de vida. Ama como Jesús ama, perdonando de manera incondicional a otros.

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