Día 1 – Volviendo a Fluir
¡Felicidades!
Nos da mucho gusto que estés con nosotros en nuestro último ayuno del año. Estamos orando por ti y confiamos en que nuestro increíble Dios te va a sorprender mientras lo buscas.
Estos días no se tratan solo de dejar comida o cosas que disfrutas, sino de abrir espacio para que Él trabaje en tu corazón y te llene más de Su Espíritu Santo.
Tal vez pienses: “¿Ayunar? Apenas tengo tiempo para comer bien”. Pero el ayuno no se trata de comida, sino de fe.Cuando decidimos poner freno a los apetitos de la carne, algo se libera por dentro:empezamos a escuchar con más claridad la voz de Dios.
No se trata de bajar de peso, sino de soltar el peso que traen nuestros apetitos. ¿Cómo puedo hacerlo?
En la Biblia, lo más común es un ayuno completo por un periodo de tiempo, un día, 3 días, o hasta 40 días. Pero puedes adaptarlo según tu realidad:
-
Saltarte, por ejemplo, la cena cada día y usar ese tiempo para orar y leer la Palabra.
-
Dejar algo que normalmente disfrutas mucho: café, pan, redes sociales o videojuegos.
Cada vez que sientas el antojo, recuérdalo: “Esta semana, mi hambre es por Dios”.
Entonces… ¿qué es el ayuno?
El ayuno no es una dieta. Tampoco es una manera de negociar con Dios, ni de llamar la atención o buscar puntos espirituales.
Checa Mateo 6:16.
El ayuno es una oportunidad para dejar que Dios limpie lo que se ha ido acumulando en nuestro interior. Así como a veces necesitamos ordenar nuestro cuarto para respirar mejor, también el corazón necesita ese espacio para volver a latir al ritmo de Dios.
Como iglesia, hacemos tres ayunos de siete días al año. Es una oportunidad para que el Espíritu Santo revise lo que se ha ido estancando y deje correr otra vez Su agua viva dentro y a través de nosotros.
Esta semana...
Aparta un espacio. Toma control de lo que normalmente controla tu apetito o tu atención y prepárate, porque al final de estos siete días, Su río de agua viva volverá a fluir con fuerza y frescura en tu vida.
Lee hoy: Efesios 4:17–32
Pero antes de leer, adora a Dios, dale gracias por quién es y por lo que ha hecho en tu vida.
Luego ora y pídele al Espíritu Santo que empiece Su obra en tu corazón. Ahora estás listo para leer y mientra, anota lo que te hable, suelta lo que te pese y actúa en lo que Él te muestre.
Recuerda: el proceso a veces incomoda, pero confía. Dios sabe cómo hacerlo, y cuando termina, Su río vuelve a correr, no como un chorrillo triste, sino como una corriente viva que da vida a todo a su paso.
Oración: Dios, quiero que esta semana sea real.No solo dejar cosas, sino dejar que Tú trabajes en mí.Muéstrame lo que necesita cambiar y dame fuerza para soltarlo. Que Tu río de agua viva vuelva a fluir con fuerza en mi vida.Amén.
